En el presente lidiamos con muchas informaciones y tenemos un acceso muy rápido a diferentes miradas y posicionamientos de profesionales del área de la salud. En este contexto, podemos ponernos confundidos o incluso convencidos de creencias o informaciones equivocadas y/o fuera de contexto. Teniendo esto en cuenta y cumpliendo con la tarea de ofrecer un contenido confiable, queremos contestar: ¿Es correcto afirmar que la carne de pollo es tóxica para los riñones de perros y gatos?
¿Pues, qué hay en el pollo?
El pollo se compone de diferentes componentes tales como proteínas, lípidos, ácidos grasos saturados e insaturados, vitaminas A, D, y del complejo B, además de minerales como cobre, zinc, fósforo y también el calcio. Estos componentes pueden variar según el corte o ubicación de la carne, pero en general, la carne y las vísceras de pollo son ingredientes muy utilizados en la alimentación animal debido a su perfil energético y nutricional.
Tras el consumo de proteína animal, ocurre su degradación durante el proceso de digestión y los componentes de las proteínas, llamados aminoácidos, son liberados en el organismo. Los aminoácidos pueden ser utilizados tanto para la formación de nuevas proteínas como para ser almacenados, convirtiéndose en fuente energética al organismo. Además, tras la metabolización de los aminoácidos, se forma una sustancia llamada urea como subproducto final, que se eliminará a través de la orina.
Ahora que ya hemos entendido el proceso, nos preguntamos nuevamente: ¿La carne de pollo hace mal a los riñones?
La digestión de las proteínas y la formación final de urea no son procesos exclusivos de la carne de pollo, eso ocurre con los alimentos cuya base sea proteica. A lo largo de los años el organismo animal se ha especializado en el uso de esos componentes para generar energía y sobrevivir. Incluso, la proteína de pollo es considerada un ingrediente de alto aprovechamiento biológico por el organismo. Por lo tanto, en un perro o en un gato sano, no se comprueba cualquier evidencia científica de que la carne de pollo cause daño a los riñones.
Ese mito tiene origen en la nutrición humana, que controla la ingesta excesiva de proteínas para evitar cambios renales. Sin embargo, los perros y gatos tienen un metabolismo muy diferente, principalmente, en lo que se refiere a la ingesta de proteínas en grandes cantidades. Ellos siempre han ingerido mucha proteína y están adaptados a eso, pues es de donde sacan gran parte de su energía. Para los humanos, la principal fuente de energía es el carbohidrato.
Percibe que este “mito” está enfocado en la carne de pollo porque es una de las más proteicas del consumo habitual, pero los peces tienen incluso más proteína que una pechuga de pollo, por ejemplo.
Otro punto que puede generar «recomendaciones inadecuadas» o «falsedades» es el hecho de que algunas partes del pollo pueden contener más fósforo. De hecho, la carne de pollo puede presentar mayor nível de fósforo, a depender de la parte o corte del pollo de que estamos tratando. Sin embargo, si el alimento está formulado de manera adecuada, estos cuidados se tomarán en el momento del desarrollo del alimento, ya sea alimento industrializado o dieta casera. Una vez más valoramos la importancia de proporcionar alimentos de buena calidad y de procedencia segura.
Es importante recordar que al igual que tú y yo somos diferentes, los animales también lo son y por lo tanto pueden responder de manera diferente ante situaciones similares. Lo que sabemos hoy, es que en animales con enfermedad renal ya establecida, dependiendo de la etapa de la afección, pueden necesitar algunos cambios en la dieta y, en algunos casos, la disminución de fuentes de proteína podrá ser una estrategia recomendada.
Antes, hay que recordar que la nutriología animal es una ciencia y que las decisiones siempre estarán basadas en la evaluación clínica detallada del animal. Cambios realizados sin criterios médicos pueden conducir a dietas inapropiadas, causando daños a la salud.