Ya sabemos que una dieta completa y equilibrada es de suma importancia para los animales y que está directamente relacionada con su salud, longevidad y calidad de vida. Por tanto, realizar una evaluación nutricional completa es cada vez más importante en la rutina clínica, no sólo de perros y gatos, sino de todos los animales, ya que la nutrición afecta a todas las células del organismo de un animal. Para subrayar su importancia, la Asociación Mundial de Veterinarios de Pequeños Animales (WSAVA) considera que la valoración nutricional de un paciente es el 5º parámetro vital, junto con la respiración, el pulso, la temperatura y la valoración del dolor.
Para realizar una buena valoración, es necesario conocer los factores de riesgo nutricional, que son condiciones o características que pueden influir negativamente en el estado nutricional de un animal. Esta evaluación debe realizarla un veterinario debidamente formado y de forma detallada, por lo que siempre es importante mantener una conversación franca con el veterinario, informándole de todo lo que come el paciente. Los factores de riesgo nutricional pueden relacionarse con tres pilares principales: el animal, la dieta, el manejo y el entorno.

En cuanto a los factores relacionados con el animal, debemos prestar especial atención a su edad y etapa de la vida (cachorros, ancianos, animales gestantes y lactantes), los cambios en su apetito, el aumento o pérdida significativa de peso, el nivel de actividad física, las condiciones de salud y la presencia de enfermedades, especialmente los que presentan síntomas gastrointestinales como vómitos o diarrea y problemas cutáneos como descamación, untuosidad, pelaje débil, opaco y quebradizo. La exploración física, que incluye la evaluación de la puntuación de la condición corporal y la masa muscular, también es sumamente importante para identificar si el animal está desnutrido, en el peso ideal, con sobrepeso u obeso, así como para identificar si ha perdido masa muscular, ya que estos factores tienen un impacto directo en la salud del animal.
En cuanto a la dieta, hay que comprobar que sea completa y equilibrada (es decir, que cubra todas las necesidades nutricionales del animal), si se le suministran suplementos o si consume alimentos contaminados, estropeados o tóxicos. Las dietas no convencionales, como las vegetarianas o veganas, las que utilizan huesos, carne y despojos crudos, y las caseras que no han sido formuladas por un profesional capacitado (o que han sido modificadas por el tutor), tienen muchas probabilidades de ser desequilibradas y pueden causar problemas de salud a los animales e incluso a las personas que viven en el mismo entorno. El uso excesivo de cualquier snack, industrializado o «natural», como la fruta, también puede suponer un riesgo de desequilibrio nutricional.
En cuanto al manejo y el entorno es necesario evaluar el número de comidas y su horario, si la cantidad de comida suministrada está por encima o por debajo de lo ideal, si existe competencia por la comida entre animales de la misma casa, si hay malas condiciones higiénicas en el entorno, así como comprobar cómo se almacena la comida y si hay un enriquecimiento ambiental adecuado, es decir, actividad y/o incentivos para que el animal exprese su comportamiento natural. La presencia de uno o varios factores de riesgo nutricional puede provocar problemas como obesidad, desnutrición, intoxicación y diversas enfermedades asociadas. Por lo tanto, deben controlarse con frecuencia y corregirse cuando sea necesario para garantizar una mejor salud y calidad de vida del animal. Si identificas algún factor de riesgo o tienes dudas, ponte en contacto con un nutricionista veterinario para una mejor evaluación de tu mascota.